Entrevista conducida por ©
Rocio Heredia con el Dramaturgo
Mauricio Pichardo.
¿Qué camino recorrió antes de llegar al teatro?
El camino no fue muy largo, en realidad. De hecho, ya traía la semilla
desde la infancia. Entre los ocho y los diez años, mis padres me
compraban marionetas y títeres en los mercados. Y un día, en un
mercado de chácharas, me compraron un teatrino de cartón, con su
telón rojo, daría la vida por saber qué se hizo de él. Con esas
marionetas, mi padrino de bautizo, que vivía al lado de mi casa,
me daba unas funciones maravillosas, siempre improvisadas puesto
que tenía un gran ingenio. Aún conservo dos de aquellas marionetas
que atesoro como algo muy valioso para mí. Los títeres me han gustado
siempre, cuando ya estaba casado -y no tenía hijos- mi esposa y
yo íbamos a ver obras de títeres y marionetas. Nos divertíamos muchísimo.
Existe también otro antecedente remoto de mi amor por el teatro.
Cuando era niño, todos los años se montaba en el Auditorio Nacional,
la "Feria del Hogar", a mis hermanos y a mí nos encantaba,
porque regalaban muchas cosas. Pero por alguna razón, el recorrido
de la feria tenía acceso a las bodegas y patios de los teatros "Del
bosque" y "El Granero" donde guardaban las escenografías.
El olor de la pintura vinílica, con la madera, eran una "droga"
para mí. Me fascinaba oler y ver las "tripas" del teatro
y cada año me escapaba de la feria para meterme a esas bodegas a
darme "las tres". Habló en sentido figurado, obviamente.
¿Cuándo
descubrió su deseo de dedicar su vida al teatro?
En 1974, estudiaba yo el primer semestre de la carrera de Periodismo
y Comunicación Colectiva en la UNAM, cuando mi padre me regaló varios
boletos para asistir a una temporada de teatro que promovía el Departamento
del DF, donde él trabajaba. Fui a ver muchas de esas obras, pero
una en especial "Los desarraigados", de Jorge Humberto
Robles, me dejó completamente impactado. Al salir, le dije a la
amiga que me acompañaba: "algún día voy a dedicarme al teatro".
Ella asintió con incredulidad, pero no hizo ningún otro comentario.
En aquel momento, no sabía de qué manera iba yo hacer teatro. Pero
ya me había contagiado con esta enfermedad mortal.
¿Cómo
surgió su vocación dramatúrgica?
Cuando terminé la carrera de Periodismo, una amiga me presentó -a solicitud
mía- a Hugo Argüelles, mi primer y único gran maestro, quien murió el
24 de diciembre del 2003. Es decir, tuve muchos otros maestros, pero él
siempre estuvo por encima de todos. Con él estudié Géneros Dramáticos
y asistí a clases durante siete meses aproximadamente. Yo pagaba esos
estudios, pues mi padre ya me había financiado la carrera. Pero tuve que
interrumpir el curso porque me puse a ahorrar para irme por primera vez
a Europa, pues para mí era imprescindible. Un año y medio después regresé
con Argüelles, pero en esta ocasión, sólo estuve cuatro meses. Mis compañeros
habían cambiado y me "enfermaba" la arrogancia de muchos de
ellos, no los toleraba. Así, que le agradecí al maestro y me despedí.
En el 81, ingresé al Centro de Arte Dramático (CADAC), a tomar un curso
de Creación Dramática que impartía Vicente Leñero. Ahí fue donde escribí
mi primera obra de teatro y fui vapuleado y criticado severamente por
todos mis compañeros. Pero de todos ellos, el único que sobrevivió al
canibalismo que se ejerce en los talleres de creación y que se dedica
al teatro soy yo.
Desde 1981 hasta 1992, hice teatro con grupos estudiantiles y amateurs,
hasta que finalmente en 1993, hice mi debut profesional con la obra "Campo
de Plumas", estelarizada por Alonso Echánove y Zaide Silvia Gutiérrez.
¿Cuál es su definición personal de 'teatro'?
No tengo una definición personal, pero dado que el teatro se inició como
un rito religioso, creo que sólo puede llamarse Teatro, a aquellos espectáculos
que conservan esa esencia ritual, donde por supuesto se establece la "comunión"
con el público.
¿Cuál es el rol que desempeña un escritor en la sociedad?
Creo que el alcance de un escritor no va más allá que el de exponer ciertos
problemas de la sociedad y mostrar su punto de vista al respecto.
¿Quiénes son los dramaturgos que han influenciado mayormente
su trabajo? ¿A quiénes admira?
Es curioso, pero creo que
no han sido los dramaturgos quienes más me han influenciado, más bien
tendría que hablar de algunos novelistas. Y en primer lugar estaría Juan
García Ponce, también desaparecido los primeros días del 2004 y José Emilio
Pacheco, que en realidad es poeta, así como un cineasta en especial, el
español Bigas Luna.
También -aunque no hablaría de una influencia, sino de un ideal y una
aspiración- me gustaría algún día escribir una obra como "Un tranvía
llamado deseo", de Tennesse Williams. A otro autor que admiro como
dramaturgo, es por supuesto a Hugo Argüelles, por su rigor estructural
y por la profundidad con que aborda lo peor y lo mejor de los seres humanos.
¿Cómo decide el qué una historia en particular es la ideal para
escribir una obra de teatro?
Pocas veces lo decido yo mismo.
Digamos que las historias surgen por ahí. Llegan de manera directa o indirecta,
todas están en el aire, es decir, en el inconsciente colectivo, para que
la gente las tome y las desarrolle. En todo caso, busco antes que nada,
un tema. Posteriormente invento o más bien, descubro la historia para
hablar de ese tema.
Hay también obras que realizado por pedido expreso de un productor, pero
en este caso, sólo se limitan a decirme "quiero que me escribas una
obra de mujeres", simplemente. Así, por ejemplo, escribí con Guadalupe
Velázquez, mi mujer, la obra "Mujeres frente al espejo", que
hablaba de seis mujeres que coinciden en un consultorio de cirugía plástica
y hablan de las razones que las llevaron ahí.
Hablemos un poco sobre su proceso creativo. ¿Qué decide
primero: el título o la obra en sí?
Nunca he tenido un título antes que una obra. De hecho, es siempre lo
último que busco o que encuentro. Sería como si un pintor le pusiera título
a una tela en blanco y después empezara a pintarlo. No sé si haya artistas
que hagan eso, pero en mi caso, siempre ha sido al revés.
¿Escribe una obra de principio a fin o reescribe escena
por escena?
Aunque últimamente trato de tener una historia bien estructurada antes
de empezar a escribirla. He escrito muchas obras sin una estructura previa.
Y he ido buscando estructurarlas escribiendo escena por escena, para después
armarlas como un rompecabezas. Pero independientemente de que exista o
no una estructura para mí escribir siempre es como armar un enorme y complicadísimo
rompecabezas en el que sólo yo sé la forma y el tamaño de las piezas.
Hago esquemas, escaletas, despliego tarjetas con las escenas a lo largo
de mi mesa de trabajo. Y por supuesto, durante el proceso traigo en la
cabeza un esquema mental, que nunca olvido y que es el que finalmente
me sirve para darle forma final.
¿Cómo afectan al escritor sus estudios de periodismo,
actuación y dirección escénica? ¿Es ésta la base de su éxito literario?
No afectan, al contrario, contribuyen, el periodismo y el trabajo editorial
-fui editor de distintas editoriales durante diez años- me enseñaron el
oficio de escritor y por supuesto la disciplina de escribir un mínimo
de ocho horas diarias, de lunes a viernes. La actuación me dio la dimensión
exacta de lo que yo puedo exigirle a un actor, al interpretar un texto,
siempre me pongo en el papel del actor y en las acotaciones anoto el tono
y el sentido de las frases, para que las digan tal como yo lo requiere
el texto. Por su parte, la dirección me enfrenta con la realidad de la
puesta en escena. Es decir, jamás escribo algo que se salga de lo humana
y técnicamente posible de montar. He leído obras en donde el autor tiene
en su mente los efectos más increíbles y complicados, sin tomar en cuenta
el costo y la infraestructura que se requerirían para realizar esas escenas.
Igualmente, al escribir planteo una cierta dirección de la que puede partir
o no el director para hacer su propio trabajo creativo. Por otro lado,
no acostumbro a hacer transiciones sin darle un mínimo respiro al actor
para cambiarse de vestuario o descansar unos cuantos minutos o incluso
segundos, antes de continuar.
¿Hay autocrítica?
Sí, pero nunca de manera excesiva. En cada trabajo siempre trato de dar
lo mejor de mí. Si sale como yo espero, me siento muy satisfecho, si falla,
no me importa demasiado. Yo hago como los basquetbolistas, tiro a la canasta
todas las pelotas (obras) que me llegan, pero sólo logro encestar unas
cuantas. En realidad, sólo se monta en escena el 30% de lo que yo escribo.
Tampoco acostumbro mostrar demasiado mis obras, sólo a unos cuantos amigos
y sólo hago caso de aquellos comentarios que me sirven, los demás, los
desecho.
Una autocrítica feroz puede terminar con todas las aspiraciones de cualquier
artista y llevarlo al punto de la inmovilidad absoluta. Aquí debo agregar
que tampoco me importa demasiado lo que la crítica especializada opine
de mi trabajo, a pesar de que he recibido cuatro premios al "Mejor
Autor Nacional" -dos de ellos consecutivos-, obviamente no los desprecio,
al contrario, los agradezco de todo corazón, pero yo seguiría trabajando
igual sin premios. Porque por desgracia, sabemos que los críticos son
artistas malogrados y muchas veces hablan mal de lo que en el fondo les
hubiera gustado hacer en su vida. Hay una señora que es la "decana"
de la crítica en México, Olga Harmony, quien desde 1997, consideró que
mi carrera había terminado, porque así lo decidió ella, pues según sus
palabras yo ya no tenía nada interesante qué ofrecer después de "Cuatro
Equis". Imagínate si yo le hubiera hecho caso. Yo hice crítica en
el diario Uno más Uno y por eso la abandoné, pues yo no tenía cara para
hablar mal de un trabajo que yo quería realizar y que envidiaba -con envidia
de la "buena"-. Aunque estoy convencido de que no existe envidia
de la "buena".
Ha sido común la mancuerna Pichardo-Telch. ¿Cómo se
conocieron?
Yo concebí un programa de comedia para la televisión y alguien en Televisa
me dijo que llamara a Ari Telch para protagonizarlo. Yo no lo conocía
y jamás lo había visto actuar. -De hecho muy pocas veces lo he visto actuar-
No te creas, es broma. Cuando él llegó y conoció mi idea, me dijo que
mi programa era una auténtica "mamada", porque había un perico
que hablaba por voluntad propia, es decir, pensaba. Como verás, tenía
toda la razón. A mí me gustó su sinceridad y empezamos a trabajar juntos
en otros proyectos. El primero fue "Buenos para nada", un sit-com,
que no tenía nada que ver con la versión que se hizo del mismo en TV Azteca
y que fue destrozado por el equipo de escritores de Andrés Bustamante
y la productora, de la cual no voy a decir su nombre, pero sus iniciales
son Rossanna Arau.
El siguiente proyecto fue "Cuatro Equis", una obra con la que
tuvimos un éxito extraordinario. Desde ahí, seguimos haciendo proyectos
juntos "Dos VS Una", una obra que tuvo buen recibimiento del
público, pero que no trascendió por ciertos problemas entre los protagonistas.
¿Cómo surge 'Contratiempo'? ¿Qué lo motivó a escribir esta obra?
Ari y yo teníamos la idea de hacer una especie de homenaje a la película
"Hechizo del Tiempo", puesto que nos encantaba la estructura
en donde el personaje queda atrapado en el tiempo y como siempre hemos
coincidido en hablar sobre relaciones de pareja, buscamos junto con Luis
Eduardo Reyes, el director, este tema para hablar de aquellas cosas que
por lo regular la pareja se guarda para no terminar divorciándose. La
tesis original era. ¿Conviene decirse toda la verdad entre la pareja?
¿O es mejor callarse ciertas cosas para conservar la armonía? Además de
que jugar con el tiempo nos permitió explorar lo que pasaría si una persona
tuviera la oportunidad de volver a vivir un momento especial. Si pudieras
repetir una experiencia de tu vida, ¿cometerías los mismos errores? La
respuesta es sí. Volverías a repetirlos una y otra vez. Porque por desgracia,
los seres humanos somos recurrentes y nunca aprendemos. Octavio Paz decía
que el peor error que existe es el de la repetición. Y los humanos somos
especialistas en repetir nuestros errores.
Tengo entendido que esta obra la trabajaron en equipo en el taller.
He escuchado que los dramaturgos por lo general son egoístas en este aspecto
y no les gusta compartir su trabajo. ¿Usted cómo lo logra?
Yo estoy convencido de que el teatro es un trabajo en equipo, si un escritor
quiere escribir algo en donde nadie le "meta mano", debe optar
por hacer novela, cuento o relato. Pero si decide escribir teatro, tiene
que atenerse a las opiniones de los demás, entiéndase, actores y director
e incluso, muchas veces, iluminador y escenógrafo. Siempre se cree que
el escritor es Dios y que todo el mundo hace lo que el dice. En el teatro,
ese concepto se desvanece en cuanto empiezan las lecturas de la obra y
más aún durante los ensayos. Si uno no tiene el carácter -y la disciplina-
para cambiar lo que ha escrito e incorporar las ideas valiosas que surgen
dentro del proceso, se está cerrando por completo al hecho teatral. Aunque,
la otra postura -donde no aceptas que te cambien ni una coma- también
es totalmente válida, siempre y cuando te llames Emilio Carballido o Hugo
Argüelles. Pero yo me llamo Mauricio Pichardo y así trabajo.
¿Cómo fue la relación entre Usted y Ari Telch al estar
estructurando esta obra?
Como siempre, de mucha comunicación.
Cuando trabajamos juntos no dejamos de proponernos cosas continuamente,
incluso a media noche, por teléfono. -Algo que yo odio, porque empiezo
a trabajar a las 6:30 de la mañana- ahí sí Ari y yo, tenemos horarios
opuestos. Yo llevaba tarjetas, las desplegaba en la barra de la cocina.
Teníamos la obra dividida en escenas. Y era muy complicado porque muchas
veces nosotros mismos nos confundíamos con el manejo del tiempo. Así trabajamos
con Luis Eduardo hasta que llegó un punto en que para no hacernos más
"bolas", la escribí completa. Siempre en versiones larguísimas.
Soy muy rollero al principio -ya lo habrás notado en mis respuestas- pero
no me gusta quedarme corto y prefiero tener material para desechar que
llegar al punto en donde muchos dicen ¿Y ahora qué más pongo? Por lo regular
yo siempre me pregunto ¿Y ahora dónde le corto?
Nuevamente aborda el argumento de la pareja. ¿Qué temas
abarca 'Contratiempo'?
Como te decía, abarca temas
que no se tocan en pareja para no terminar con la "armonía".
Por ejemplo, la autosatisfacción sexual, el pasado amoroso, las infidelidades,
los celos, etc.
¿Cuál es el género de esta obra?
Creo que fundamentalmente
predomina la comedia -tanto de situaciones, como de personajes-, aunque
por momentos tocamos la farsa y la tragicomedia. Y si nos ponemos estrictos,
la obra termina en pieza. A ver si no me regaña el director.
¿Cómo se estructuraron los personajes Lucía y Horacio?
¿Ellos surgieron al escribir las escenas o antes de que éstas sean creadas?
Es uno de los pocos casos
en que primero se estructuró la obra completa y después inventamos los
personajes. Por regular, últimamente suelo ser más riguroso para crear
a mis personajes, pero los de Contratiempo, más bien fueron un vehículo
para lo que deseábamos decirle al público. Más que personajes realistas,
yo pienso que son un tanto simbólicos, por ejemplo, el personaje de Horacio,
tiene ese nombre porque está atorado en el tiempo y jugamos con la analogía
de la palabra "hora" y Lucía se llama así porque ella de alguna
manera es más lucida que él. Como verás, ambas analogías son bastante
elementales, pero nos funcionaron. Asimismo, Horacio trabaja en una empresa
de reciclaje, en donde los materiales se transforman, pero en esencia
siguen siendo lo mismo. -como la rutinaria vida de él, que se recicla
a diario, pero en esencia es la misma día tras día. En cambio, Lucía,
trabaja en un archivo fotográfico y le encantan las cosas antiguas. En
esa medida, está también "atorada" y fija en el tiempo, por
lo tanto, también está inmersa en una rutina casi inamovible.
¿'Contratiempo' fue escrita de alguna manera pensando
en superar o igualar el éxito de 'Cuatro Equis'?
Como escritor, no puedes tener
en la cabeza un objetivo de esa clase, porque pierdes espontaneidad. Nadie
sabe cuando una obra va a tener éxito y cuando va a fracasar, y a pesar
de que la mayoría de mis obras han tenido buena respuesta del público
-entre las seis que llevo estrenadas, sobrepaso las 2000 representaciones-
jamás pienso que la nueva va a superar a las demás. El éxito de público
es un misterio insondable.
Como comunicador social ¿Qué es lo que busca expresar
en 'Contratiempo'?
La cantidad de secretos y
mentiras que sostienen las relaciones aparentemente armónicas.
¿Qué siente un dramaturgo al trabajar con el teatro
lleno?
Que va a poder pagar todos
sus gastos y sus gustos.
¿Es posible 'vivir' del teatro?
Yo no sé cuántos autores vivan
del teatro, -puedo asegurarte que no son muchos o quizá ya se murieron
de hambre- pero yo he podido hacerlo durante casi diez años. Con altibajos
económicos tipo montaña rusa. Sin embargo, la emoción de subir y bajar,
bien vale la pena por lo que representa realizar un trabajo en el que
gozas todas las etapas del proceso. Me fascina lo que hago y creo que
difícilmente podría vivir haciendo otra cosa. Eso, independientemente
del éxito económico, es lo que significa para mí "vivir" por
y para el teatro.
El teatro es el escenario de sensibilidades muy contrastantes. ¿Cómo ha
evolucionado la visión de los espectadores en los temas que aborda en
sus obras?
No tengo la menor idea. El teatro -como arte que es- se concibe y percibe
de manera muy personal en donde además influyen muchas variables: sexo,
edad, estudios, profesión, posición económica, religión, etc.
¿Cómo maneja la censura?
Siempre a favor de mi trabajo.
La censura es una verdadera bendición a la que todos los artistas debemos
aspirar. Ojalá todos fuéramos censurados como sucedió con "El crimen
del padre Amaro", gracias a la publicidad que le hizo Serrano Limón,
se convirtió en la película más taquillera de todos los tiempos. Por mi
parte, yo estoy muy agradecido con el PAN, pues gracias a la visión retrógrada
que caracteriza a este Partido, "Cuatro Equis", fue un hitazo
en todo el país, pues todos los alcaldes y síndicos panistas, creían que
se trataba de un nivel más de pornografía. Si XXX es porno, XXXX, debe
ser zoofílica. Los estúpidos jamás pensaron que el título se refería a
cuatro individuos "equis".
Con una vida llena de tantos éxitos, ¿incluye elementos autobiográficos
en sus obras?
Por supuesto, pero a nadie
le interesa que le hablen del éxito y menos del ajeno. Así que cuando
uso elementos autobiográficos en mis obras, generalmente hablo de lo mal
que me la he pasado en ciertas circunstancias o momentos de mi vida. Pero
no me creas tanto, ni soy tan azotado ni tampoco he tenido una vida "novelesca",
llena de aventuras y vivencias extraordinarias. Más bien soy un ser humano
bastante común y corriente. Y gracias a esto he tenido la estructura e
infraestructura, que me ha ayudado para desarrollarme como escritor.
¿Qué papel desempeñan los premios y reconocimientos?
Los agradezco infinitamente,
ya lo dije. Pero el único conflicto que me causan es saber dónde los voy
a colgar para no verme tan pedante. No sé quién dijo que los premios debían
de colgarse en el baño, para desacralizarlos. No es mala idea, pero en
mi baño tengo cuadros de la "Comedia del Arte" que son mucho
más atractivos.
¿Duele el éxito o ya se hizo costumbre?
Duele si sólo piensas en él,
pues seguramente se vuelve una tortura. Es como una piedra en el zapato
y mientras estás escribiendo el camino es muy largo. Así que es mejor
concentrarse en la obra y no en el éxito que ésta pueda tener o en el
que ya tuvieron las anteriores. Por otra parte, yo no creo que alguien
pueda ser tan insensible y tan estúpido para decir "ya estoy acostumbrado
al éxito". Quizá si te llamas Steven Spielberg, puedes decir eso.
Pero cuando a mí me va bien, me la paso celebrando una y otra vez con
un par de amigos a los que de verdad les da gusto.
La contraparte de esto es que he perdido a otra media docena de amigos
que yo creía que estarían conmigo siempre. Pero no a todos les ha gustado
que a mí me vaya bien en esto, y a ellos no, y me han abandonado. Es muy
triste, pero así es.
¿Cuáles han sido los momentos más significativos en
su carrera de escritor?
El más significativo fue cuando
estrené "Campo de Plumas", pues era mi debut como escritor profesional
y para mí era importantísimo que mi padre fuera al estreno. Quería demostrarle
que lo que empezó siendo una afición, se había convertido en un estilo
de vida. Él estaba más nervioso que yo, tenía miedo de lo que pudiera
decir el público. Cuando terminó la obra, él estaba tan emocionado por
ver la reacción de la gente, que no pudo articular ni una sola palabra.
Sólo me abrazó y me dio un beso. Exactamente un mes después el murió.
Por desgracia, ya no pudo ver "Cuatro Equis", creo que le hubiera
gustado más.
Después de toda su experiencia en el teatro, ¿qué se
siente el ser un dramaturgo?
Sentir, sentir, pues no se
siente nada. Quizá en todo caso, un compromiso con el oficio. Esto es
quizá lo que me hace levantarme a las 6 de la mañana para empezar a escribir,
pero de ahí en fuera creo que es lo mismo que siente cualquier persona
al ser lo que es.
¿Cuáles son sus planes en el campo literario?
Terminé mi primer monólogo
que se estrenará en el mes de marzo, estelarizado por el primer actor
Xavier Marc y dirigido por Pilar Flores del Valle, es lo más inmediato.
Y también estoy haciendo la adaptación cinematográfica de una novela española,
de la que no puedo decir el nombre, pues se "sala", y que -si
le gusta- dirigirá Benjamín Cann.
Para finalizar ¿cuál sería su mejor consejo para los
jóvenes escritores qué se preguntan por dónde empezar?
Que si no saben cómo empezar
a escribir, se dediquen a otra cosa. Si uno quiere ser pintor y se sienta
durante dos horas a contemplar la tela sin tocar ni la paleta ni los pinceles,
no creo que haga un cuadro algún día, lo mismo pasaría con aquellos "azotados"
que hablan de la "angustia frente a la hoja en blanco". Hay
una gran cantidad de escritores sin obra, que deambulan por ahí, contando
su obra maestra, sin que jamás se sienten a escribirla.
Tuve la oportunidad de asistir a varias de sus obras en el pasado,
con certeza le puedo decir que asistiremos a ver 'Contratiempo' durante
la Gira por la República Mexicana. Muchas
gracias.
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